lunes, 30 de julio de 2012

[320 Kbps HQ] Amapola del 66 - DIVIDIDOS (2010)

  
Crítica de “Amapola del 66” (2010) – Divididos




“Amapola” es el álbum que le sigue al gran disco “Vengo del placard de otro”. Matar a un padre no es fácil. ¿Para qué intentarlo?

El camino llevo casi ocho años y un sello nuevo, “La Calandria”. Pero, Divididos, no sólo lucha con su disco anterior. Lucha con la muerte de la música. Abrirse camino, hoy en día, es un camino doble y apoteósico. Nada fácil. Crear en la era de la destrucción. Con ese tema comienza el disco. “Hombre en U”. El hombre ya no está en una encrucijada porque no tiene que elegir. Todo lo contrario, está en un callejón sin salida: El hombre frente a los medios. El hombre y la creación. Los medios los únicos interpretes de la verdad (tomo a Foucault). En la frase “Mientras tanto el hombre/ se convierte en U/y los medios qué”. El hombre en una encrucijada de verdades y hongos. La humedad toma parte de la realidad estancada. El primer tema viene a romper el esquema. Pero no lo rompe. Suena a aplanadora pero las metáforas fosilizan un poco el inicio. Es otro disco más.

Y he aquí el gran hallazgo que he realizado. El disco comienza 4 canciones más adelante. Es un disco señuelo. Es un disco que empieza en la mitad. Así que excluyo, por ahora, “Hombre en U”; “Buscando un ángel” (Divididos en ska); “Mantecoso”; “Muerto a laburar”. Estas canciones cobran vida después de la segunda mitad. Si la importancia está en la mitad del disco, las otras son periféricas, escuchables “a posteriori”. Cobran vida después de escuchar el núcleo del disco. El disco se podría reducir en un esquema así:

1.       (TRACKS 1-2-3-4) Periferia Pop

·         (TRACK 5) (PUENTE INICIO) (2:34) (Después de andar caí en mí)
·         (PUENTE FINAL) (TRACK 5)

2.       (TRACKS 6-7-8-9-10) NÚCLEO ROCK MITO MUSICAL

3.       (TRACKS 11-12-13) Periferia Melódico.

El NÚCLEO ROCK MITO MUSICAL  es la gran expresión de Divididos, del disco y del rock en general (por su ausencia). La música desapareció así que si la buscan, “Amapola del 66” es el lugar necesario para comenzar. Es música en tiempos de Radio Disney. Es el enorme esfuerzo de una banda de recuperar la salida, de buscar el mito, la música, el arte. Es el hombre entreverado entre cables que lo atan sin dejarlo tocar. Por eso, “Amapola del 66” es la canción quiebre. La que une el Pop moderno con La GRAN PIEDRA RODANTE. Antes de entrar al núcleo, la canción pide: “Ponte de pie/hombre ilusión”. La ilusión es el rock de mitad de los sesenta donde se promulgaba por primera vez el género como revolución de las estructuras. Eran tiempos de revolución y un orden distinto. El hoy, el hombre caído en “sociedad de caras robadas” ya que el hombre pierde su identidad, lo que es suyo por ser único. El pedido es por el hombre. “No reedición/es redención”, es decir retomar el vínculo con el hombre por el hombre mismo al costo de un sacrificio que permita religarlos.

         La explicación procede del silencio medio de un riff y un triple golpe de batería que anuncia la declaración del alma que se redimirá:
Después de tanto andar caí en mí
Un universo esperándome
No hay fantasma ni desesperación
Ahora sé que estas ahí

La redención se realiza al ligar al hombre consigo mismo porque es en el hombre que existe y que se apropia de su propio ser donde se encuentra el absoluto. Nada de “titanes” como se menciona en la primera canción. Si el absoluto está en mí, el universo espera. La unión del hombre con la naturaleza. Y en Divididos, esa naturaleza está en forma de folclore y “NOA” (Norte Oeste Argentino). Canto y Naturaleza. El Rock se encuentra con el mito. El noroeste argentino está sumergido en la cultura y mitología andina, eternos dueños de esta tierra. En ellos está la sabiduría. Hacía allá se dirige el núcleo. Al mito.

Primera parada: Folclore. Chacarera. “La flor azul”. Canción realizada por el padre del bajista Mario Arnedo Gallo años anteriores. El Ser se encuentra con el ser. Ahora, con voz antigua, canta el río y el cantor y por ende canta el hombre. El tema de la chacarera es la búsqueda del cielo, de lo infinito (azul como símbolo de lo supremo e infinito). Pero es la imposibilidad de esa conexión con éste. Se muestra esto en los maravillosos versos de la chacarera:

Amalhaya con la suerte
que a mí me ha tocao.
Cantar por cantar, cantando,
sin ser escuchao.

Segunda parada, “Senderos”-Pista 7: Si en la chacarera busca el infinito, en este rock duro y contundente, busca las huellas del infinito en la tierra. Si estuvo, dónde fue. El hombre llegó tarde a poblar el mundo. Siempre estuvo la naturaleza. La canción buscará, entonces, en la madre tierra los rastros del padre Sol. Las huellas milenarias están en el cañar (sustantivo quechua, designa una variedad de árbol de corteza amarilla, de fruto dulce y comestible).  El árbol en forma de  “que el monte da sin pedir” y el progreso es “el monstruo (que) pide sin dar”. La lucha ahora toma otros papeles: la cultura del hombre en lucha contra la máquina del progreso. Es la técnica o el ser. Y entra el canto en la escena. Vate doloroso. La voz se torna poesía y canto milenario. El protagonismo lo toma una voz de tumba profunda y ecosa:

 El poeta cuzqueño Germán Walter “Churqui” Choquevilca. El poema:



Y allá a lo lejos entre vos y el cielo
la hidrográfica senda del huichayra
pupila del ocaso interminable
sueño indio sepulcro de la raza
desde la noche oscura del incario
hasta el alba naciente del mañana
custodiaran el sol de tus umbrales
los añascos cardones del pulcara
matriz del viento origen de la sombra
ofertorio otoñal de las calandrias
duerme la siesta del maíz fecundo
sobre el tálamo gris de tus pisadas
hasta que el hombre de la mano ruda
abran en surcos la paz de tus entrañas
abre tus brazos al rosal latino
no levantes ni cercos ni murallas
que tus mollares le den sombra y abrigo
al criollo, al europeo y al aimara
y que lleven tu nombre por el mundo
muchacha azul, princesa americana
cuando el verano te devuelva al rio
y tus  noches se enciendan de guitarras
un cortejo de grillos escondidos
prenderán de tu nombre un pentagrama
y desde el verde verán pasar nocturno
junto al anfibio entonaran tu nombre
Tilcara.
 Tilcara…
Jujuy…

            
             Tercera parada (Primera parte), “Jujuy”, Pista 8: la naturaleza ahora se integra con su vocero, el poeta cantante, y con la antigua civilización hija del Sol y de la Tierra. El inkario, propietario e hijo legítimo de la tierra sudamericana, canta a su tierra, a su madre: Tilcara. El poema es maravilloso y establece una relación con las anteriores: mientras que el progreso “pide sin dar”, la tierra americana “abre” los brazos “al rosal latino” (europeo, por supuesto), que la tierra permita que “abran en surcos la paz de tus entrañas” y pide el poeta “no levantar ni cercos ni murallas/al criollo, al europeo y al aimara” en una cosmovisión totalizante e inclusiva de los seres en esa naturaleza abierta y progenitora. Es en verdad emocionante.
                
       La canción, sin embargo, arranca justo en “cuando el verano te devuelva al río”. Esto implica un presente. Ya no es el hombre antiguo. Es el hombre de hoy que debe volver a la naturaleza, a su origen natural como parte del préstamo de vivir (devolver) se reencontrará con su ser, con el universo, con la flor azul y encontrará el nuevo rumbo. Por eso, “Jujuy” que es también Tilcara, es el cénit del disco porque en él se sintetiza el origen y necesidad de búsqueda del origen. Acá el rock rompe en esquirlas de rock duro y contundente. Ya la muerte asfáltica dejo de existir porque la vida es desde acá. Retiro hacia “el aire y luz/allá en Jujuy” proclama la canción. El hombre es uno y deja de serlo por ser el universo. No existe otra posibilidad que no serlo. La otra parte de la canción cierra el díptico cenítico.

           Tercera parada (Segunda parte), Caminando, Pista 9 El hombre ya no es sin los dioses. Y “Ya no están” los antiguos.  Los antiguos dioses inkaikos guardianes del orden, el bien y la vida desaparecen en el nuevo ritual del proceso. No desaparecen, los hombres lo olvidan en el vertiginoso ascenso del éxito por el récord mundial. El hombre-cosa se produce en fábricas que destilan atletas que corren más rápido que lo que demora una un aparato en salir. Diez segundos. Top. Récord mundial. Fábrica. Top. Tiempo.

El orden divino siempre está y estará. Lo que se desvió fue el ojo para mirar y contemplar su propia vida de consumo y felicidad. Pero la felicidad es nada porque se basa en el tiempo que elimina. En el primer verso “y si abre y no hay nada” se interpreta como el día, el nuevo día. Este se relaciona con el comienzo de un nuevo ciclo. Se renuevan las fuentes y las energías. Es el día esperado. Pero en la canción de Divididos, el nuevo día trae LA NADA,  es decir, la negación del ser, por ende, la extraña paradoja del progreso QUE ABRE PARA LOGRAR LA NADA. El progreso niega la existencia en la medida que el ciclo se niega por la Nada. Los versos se suceden para dar “y si abre y no hay nada” entonces ser un zombie que vive en la irrealidad (“comer, dormir, soñar”);  “y si muere (el dios día) y no hay fiesta (celebración en conmemoración por los dones brindados por algún dios)” entonces ser un penitente que se reduce a “volver (recorrer el camino contrario); llorar (lamento por “lo perdido”), nacer (otra vez y esperar el ser)”. La solución, SER, en este caso naturaleza, un árbol (¿cañar?) pero solamente un momento para sentirse vivo en ese contacto intimo con lo eterno, ser absoluto por un rato: “traté DE SER un árbol/por un rato sólo SER”. Al ser, elimina la linealidad del mundo real y superficial (“realidad irreal” canta previamente) y se adentra en una realidad fluida, eterna y sustancial. Ahí “no hay mal, no hay bien, no hay nada” destrabando la posibilidad de la negación del ser. Se es cuando se niega la nada “no hay NADA”. BERGSON establecía que:

“Según Bergson, este aspecto de la realidad que el intelecto, la inteligencia, estudia de esta manera, es el aspecto superficial y falso de la realidad Por debajo de esa realidad mecánica que se puede descomponer y recomponer a capricho, por debajo de esa realidad que él dice realidad ya hecha, está la más profunda y auténtica realidad que es una realidad haciéndose, que es una realidad imposible de descomponer en elementos intercambiables, que es una realidad fluyente, que es una realidad sin distinciones, sin separaciones, ni estancamientos; que es, por consiguiente, una realidad en el fluir del tiempo, que se va de las manos tan pronto como queremos apresarla; como cuando echamos agua en un cesto de mimbre, el agua se escapa por las aberturas.

La intuición viviente tiene por misión abrirse paso a través de esas concreciones del intelecto, para usar una metáfora. El intelecto lo primero que ha hecho ha sido congelar el río de la realidad, convertirlo en hielo sólido, para poderlo entender y manejar mejor; pero lo ha falseado al transformar lo líquido en sólido, porque la verdad es que es quido por debajo, y lo que tiene que hacer la intuición es romper esos témpanos artificiales de hielo mecánico, para llegar a la fluencia misma de la vida, que discurre por debajo de la realidad mecánica.

La misión de la intuición es, pues, ésa; oponerse a la labor del intelecto, o de lo que llama Bergson el pensamiento, "la pensée". Por eso en su último libro ha llegado al refinamiento máximo quizá en la historia de la filosofía, que consiste en haber puesto en el título mismo de su libro la última esencia de su pensamiento: lo llama "La pensée et le mouvant'''. El pensamiento y lo movedizo. Intelectual es el pensamiento. Pero el aspecto profundo y real es el movimiento, la continuidad del fluir, del cambiar, a lo cual sólo por intuición podemos llegar”. [pág. 54]  

                                                                              “Lecciones Preliminares de Filosofía” M. García Morente







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