PROYECTO DE CUENTO
Escotilla (1973)
Las maderas en lamentos crujían.
El barco lentamente navegaba las aguas del Atlántico Sur con
destino a Bahía. El capitán Burroughs se estremecía, otra vez, con solo pensar
en aquel genocidio. No debió, maldita orden, matar tanta, tanta gente. Era una
masa, ya lo sabía, de negros, pero había algo en él que no quería ceder, que no
quería soltarse del palo mayor. Genocidio no es una palabra conocida en el
anochecer del siglo XVIII. No era genocidio un concepto de su hoy, era futura
la idea que figuraba la mente de Burroughs. ¿Cómo era eso posible? Posible, no.
Ahora, sentía como si
conceptos navegaran su mente en direcciones contrarias, barloventeando el pasado
y el futuro. Genocidio. ¿Qué es el genocidio? Pensó, y Helena, desde Chile, tal
vez en Santiago, ciudad que no sustancia en el año en que William navega, le
escribe: la palabra “genocidio” viene del latín, formada con genos (origen, estirpe,
linaje, nacimiento) y caedere (matar, cortar). Ver: otras raíces latinas,
genocidio y homicidio. Su mente quedó tranquila. No era genocidio aquello hecho
días atrás. Calmo como un mar en calma. Pero su corazón sincopado con el
vientre de la húmeda cubierta, golpeaba fuertemente al ritmo de un minué. Era
el baile de los negros en atroz choque de remos y de mares subía como gotas de sangre y sal. William, ahora, lleno de castigo, solo escuchaba la roja suite del
dorado e inmenso salón.
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